Antoni
Gaudí (1852-1926), Biografía y Obras del Arquitecto catalán, máximo
representante del modernismo (véase Art Nouveau) y uno de los
principales pioneros de las vanguardias artísticas del siglo XX. Su
figura es una de las más sorprendentes de la historia de la
arquitectura, tanto por sus sugestivas innovaciones formales como por
su asombrosa dedicación personal, iluminada por una inquebrantable fe
católica y el mito romántico de los canteros medievales.
PRIMERAS OBRAS
Gaudí
nació el 25 de junio de 1852 en la ciudad tarraconense de Reus.
Estudió en la Escuela Superior de Arquitectura de Barcelona, donde se
graduó en 1878. Aunque comenzó a colaborar en algunos proyectos
barceloneses siendo estudiante, como el parque de la Ciudadela, donde
diseñó las puertas y la fuente monumental, su carrera comenzó con el
premio del concurso para las farolas de la plaza Real (1878). Luego
realizó la iluminación de la muralla del mar (1880) y, por fin, su
primer encargo privado, la casa Vicens (1883-1888), un edificio
neomudéjar proyectado para un fabricante de azulejos, en el que ya se
aprecia su fuerte personalidad creativa.
Relacionado con los
círculos de la revista La Renaixença, el joven Gaudí comenzó a
contactar con la emergente burguesía catalana, a la búsqueda de un
estilo nacional. Así conoció a su principal mecenas, el empresario
textil Eusebi Güell i Bacigalupi, para quien el arquitecto diseñó
primero los pabellones de caballerizas de su finca en Pedralbes
(1884-1887), y más tarde el palacio Güell (1885-1889) en Barcelona, un
edificio neogótico donde ya se intuyen sus obsesiones personales, como
el trencadís o mosaico de cerámica fragmentada, los arcos y las
cúpulas parabólicas. En estos primeros años, caracterizados por las
reminiscencias medievales, se suceden los encargos para la oligarquía y
la iglesia catalanas, incluso fuera de Cataluña: villa “El Capricho”
de Comillas (1883-1885), palacio episcopal de Astorga (1887-1893),
colegio de las Teresianas en Barcelona (1888-1889) y casa de los
Botines en León (1891-1892).
MADUREZ
El
estilo de Gaudí fue madurando hasta alcanzar una versión personal del
modernismo europeo. La expresividad formal fue ganando terreno a las
referencias históricas en sus obras del final de siglo XIX: la cripta
de la iglesia de la colonia Güell en Santa Coloma de Cervelló
(1898-1917) y las barcelonesas casa Calvet (1898-1899) y torre de
Bellesguard (1900-1909). Ya a comienzos del siglo XX, levantó una serie
de obras sorprendentes en la capital catalana, que le consagraron como
maestro de la arquitectura internacional.
El parque Güell
(1900-1914) fue un proyecto frustrado de ciudad jardín, donde el
paisajismo mediterráneo se combina con sugerentes elementos
arquitectónicos, como la gran sala hipóstila sobre la que se asienta la
plaza principal —conocida como el ‘teatro griego’—, el banco sinuoso
que delimita esta explanada o los soportales inclinados sobre los que
discurre el viaducto. En la casa Batlló (1904-1906), reforma de un
edificio del Eixample barcelonés, Gaudí sólo pudo proponer operaciones
periféricas, como la nueva fachada ondulada, con sus sugestivos
balcones y galerías, o la cubierta en forma de lomo de dragón,
revestida de piezas cerámicas que simulan escamas. Pero su proyecto más
polémico fue la casa Milá (1906-1912), conocida por los barceloneses
como La Pedrera —cantera en castellano— y criticada en su época como
edificio desnudo de ornamentación, en contraste con las fachadas
eclécticas del resto del paseo de Gracia. Pero además de sus formas
orgánicas, incorporó numerosas innovaciones como la piedra sustentada
por la estructura metálica, para poder abrir grandes vanos, la planta
libre, las rampas helicoidales que conducen al aparcamiento inferior o
los desvanes abuhardillados con arcos catenarios. Otra obra pionera de
la arquitectura moderna fueron las escuelas provisionales de la
Sagrada Familia (1909), construida como sucesión de paraboloides
hiperbólicos de ladrillo que conforman por igual las fachadas y la
cubierta del edificio.
Gaudí también fue un destacado
diseñador, tanto por las imaginativas forjas que caracterizan sus
balcones y cancelas, como por el excepcional mobiliario que fabricó
para distintos encargos privados. Al igual que sus coetáneos Victor
Horta o Henri Clemens van de Velde, practicó la arquitectura desde la
concepción wagneriana del arte total, esmerándose en la concreción de
cada detalle y proponiendo el mobiliario completo de cada vivienda que
proyectaba. Entre sus piezas más relevantes se encuentran la bancada
del parque Güell, compuesta por piezas prefabricadas revestidas de
trencadís; el sillón Calvet, la silla y el banco Batlló, fabricados en
roble tallado, donde su exuberante genio se alió a las exigencias
ergonómicas en una armonía insólita, que anticipó en más de medio
siglo algunas innovaciones del diseño moderno.
La Sagrada Familia
En
1883 Gaudí se hizo cargo de la continuación en Barcelona del templo
expiatorio de la Sagrada Familia, un proyecto historicista firmado por
Francisco de Paula Villar Lozano. Aunque heredó la composición
medieval en su templo de cinco naves y tres portadas monumentales, los
dibujos más completos que salieron de su estudio ofrecen una imagen
futurista, como un bosque de torres parabólicas que se elevan hasta
los 150 m sobre el crucero. Hacia el año 1900 se concluyó la cara
interior de la portada del Nacimiento, de estilo más neogótico. Pero
como supervisaba personalmente cada detalle, los trabajos siguieron
avanzando con lentitud. En 1911, un año después de la exposición sobre
su obra en París, decidió retirarse al pequeño despacho de la Sagrada
Familia, habilitado como vivienda de extrema austeridad. Desde allí
pudo completar el proyecto completo de la fachada del Nacimiento
(1917) y dirigir a sus obreros y escultores, aunque no llegó a ver
completas las cuatro torres.
INFLUENCIAS
Su
obra ejerció innumerables influencias sobre las vanguardias
históricas, entre las que destacan los paralelismos con el
expresionismo alemán y la herencia recogida por Salvador Dalí y otros
artistas del surrealismo. Su desconcertante personalidad destaca en la
historia de la arquitectura como la de un visionario, que inspiró el
camino de las investigaciones estructurales de Pier Luigi Nervi o Félix
Candela tanto como el brutalismo expresionista de las últimas obras
de Le Corbusier. Sin embargo, su obra fue menospreciada por sus
compatriotas noucentistas, defensores de un catalanismo basado en la
cordura —el seny— antes que en la aparente locura del genio
mediterráneo. Gaudí, recluido sus últimos quince años en la
construcción de la Sagrada Familia, murió en Barcelona el 10 de junio
de 1926, tras ser atropellado por un tranvía en el cruce de las calles
Gran Via de les Corts Catalanes y Bailén.
Fuente: arquitectuba.com.ar